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Asumir lo efímero de la existencia

Foto del escritor: Belen PalermoBelen Palermo

Actualizado: 14 mar

Me resulta un tanto paradójico tener que describir este libro como un ejemplo “conciso, corto y al pie” cuando el tema que trata es el sentido de la existencia. Sin embargo, sin tanto rodeo, Viktor Frankl logra desglosar, de forma tan transparente, esta cuestión que parece adquirir rasgos atemporales (que, aunque cambien las prioridades y objetivos entre cada generación, vemos al ser humano cazando su recompensa, el deseoso premio final de la felicidad no importa cuál sea la época).


Asumir con el peso de aceptar, sin peros ni condiciones, de una forma más natural. Así se nos propone en este viaje: una clarificación parecida a la del diván, sin respuestas sino retóricas que lo empujan a uno, inevitablemente, a pensar sobre su vida. A los aciertos y desaciertos de la forma en que encaramos el día a día, la predisposición, las excusas, la redundante queja y el movimiento hacia algo que, muchas veces alcanzamos, y nos sigue produciendo insatisfacción. Rebajando el límite a algo más realizable, a cierta plenitud, dejando entrar los famosos declives como parte del proceso, entendiendo que vivir también es morir continuamente.


Y sin tanto adelanto, porque me parece que está lectura es una odisea personal, quiero remarcar esta idea, quizá eje, de cómo transformar este miedo a lo finito (en otras palabras, la muerte) a algo nuevo; no lo que nos inmoviliza y nos deprime, sino como el empujón que nos permita actuar.


Reconocer lo perenne no tiene otro sentido que el de seguir, sabiendo que todo esto, algún día, va a caducar. Porque la única manera de soportar (con el peso de la palabra) la vida, es “tener siempre una tarea que cumplir", algo que nos motive.


Días irrepetibles. No hay experiencia similar ni camino que se repita dos veces, entonces ¿por qué intentar ser como el otro? De esta manera, de un enunciado, se generan preguntas, implícitas que el autor no ha escrito, pero que nacen desde nuestra entraña. Frases que tiran de la soga, si uno está mentalmente dispuesto, a responder. Porque el impacto, recalco, será proporcional a la persona y a todo aquello que lleve dentro.


De lectura armoniosa, sin coloquios ni elitismo, que nos baja de forma sencilla lo que quizá, a veces, venimos alargando y suprimiendo. Recomendable a todos aquellos que quieran adentrarse a la pequeña sacudida del profundo cuestionamiento.

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